viernes, 23 de junio de 2017

Discurso graduación

“Reunidos todos los caballeros, Merlín les propuso un nuevo reto: encontrar en un rincón del Bosque Encantado un Trébol Mágico de cuatro hojas que nacería en siete noches, un trébol capaz de conceder suerte ilimitada a su descubridor. Todos rechazaron el desafío que presumían imposible… todos excepto Sid y Nott, que aceptaron enfrentarse al reto. En la ardua búsqueda, ambos descubrirían la gran diferencia entre esperar que llegue la suerte o crear tu propia Buena Suerte”.

Este es un fragmento del libro la Buena Suerte de Álex Rovira y Fernando Trías, tal como nos ha enseñado la universidad, encontraríais más información convenientemente citada en formato APA en la bibliografía de este documento.
Lo que quiero decir empezando así es que creo que todos aquí somos hoy Sid y Nott, todos aceptamos un reto hace 4 años y hoy lo concluimos. No es suerte que hoy estemos orgullosos de nuestro título universitario porque el orgullo se siente cuando es algo que tú has construido. Por eso, creo que hablo por todos mis compañeros cuando digo que hoy no es la suerte lo que nos ha hecho conseguir esto, ha sido nuestro trabajo y esfuerzo continuo durante estos años.
Todos los que salimos de aquí hoy al mundo laboral educativo, salimos con ilusión y muchas ganas de cambiarlo todo. 

Desafortunadamente, generación tras generación, la sociedad se ha encargado de ir paliando esas ansias de innovación y cambio. Dejadme deciros que solo depende de nosotros, solo depende de cada uno de nosotros ser el cambio en nuestras vidas. A día de hoy, me doy cuenta que las metas, cuanto más pequeñas, más recompensa dan. Mi todavía insuficiente experiencia dando clases, y también las prácticas de la universidad, me han hecho ver que, para un maestro o maestra, es suficiente satisfacción llegar a casa un día sabiendo que ese alumno al que se le resistían las multiplicaciones ya las ha conseguido pillar. No os digo que os conforméis con pequeños retos, poneos sueños grandes de tocar el cielo, pero mientras los alcanzáis, aprended a disfrutar de los pequeños logros.

Personalmente, quería ser maestra desde la educación Primaria, cuando vi que los números no eran lo mío y se me pasó lo de ser astronauta. A lo largo de toda mi educación secundaria, he tenido que aguantar a profesores que me intentaban disuadir de mi objetivo: con las notas que tienes es un desperdicio hacerte maestra. Me entristecía enormemente estas palabras de las personas que yo consideraba mi meta, pero gracias a… bueno, gracias a mis ganas e ilusión, o cabezonería, aquí estoy hoy. Y mi pequeña meta alcanzada es poder encontrarme con algunas de estas personas y poder decirles que ya soy maestra, que hoy cumplo mi sueño, y que menos mal que no consiguieron convencerme de lo contrario, porque, a diferencia de ellos, a mí sí me gusta lo que hago.

Me alegraría decir que todos mis compañeros, y no me refiero solo a nosotros, sino toda esta facultad, tiene en su interior la vocación de la enseñanza, pero desgraciadamente no puedo hacerlo. Espero que algún día, todas las personas en esta facultad, y no me refiero solo a los alumnos, entren (y también salgan) con las ganas de enseñar a flor de piel.

Hoy, hemos concluido un reto, pero ya sabéis que cada vez que una puerta se cierra se abre una ventana. Hoy empezamos algo mucho más grande, y hay que aprovechar todas esas ventanas que se abren. Volviendo a la suerte de la que os hablaba al principio, no la busquéis, la suerte no va de ser encontrada, la suerte va de ser creada, la suerte va de crear circunstancias, de no perder oportunidades. Sobre todo, la suerte va de hacer, no de dejar deshecho. La suerte va de arrepentirse de haber hecho y no de lo contrario.

La suerte ni siquiera va de enseñar asignaturas o idiomas en un colegio, la suerte, queridos maestros y maestras, va de enseñar a pensar.




Álex Rovira Celma y Fernando Trías de Bes. (2004). La Buena Suerte. Barcelona: Círculo de lectores.

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