martes, 8 de abril de 2014

La mejor manera de morir es haber vivido

        ¿Cómo tratar el tema de la muerte con un niño si todavía como adultos nos cuesta entenderlo? Quizá el problema sea ese, que intentamos entenderlo, intentamos controlarlo todo y la muerte es algo incontrolable, algo ajeno a nosotros que no avisa. Nos sentimos tan frustrados, tristes y enfadados con el mundo cuando perdemos un ser querido por no haber tenido la oportunidad de despedirnos, nos arrepentimos de haberle dicho esto o no haberle dicho aquello. Ponemos en un pedestal a aquellos que ya no están, y no es que no se lo merezcan después de fallecer, pero, ¿acaso no lo merecían estando con vida? ¿Por qué no le dijiste lo mucho que le querías cuando tenías oportunidad? ¿Por qué esperas y sigues esperando hasta que ya no hay remedio? Cometemos este error todos los días, todos los seres humanos, generación tras generación seguimos cometiendo el error de pensar que la muerte nos avisará, que la veremos venir, que veremos acercarse su túnica negra para amablemente pedirnos que la acompañemos. Pero no, no es así.


            Por eso yo creo que el mejor punto de vista para tratar la muerte con los niños es enseñarles la vida, hacerles entender que para morir tenemos que vivir, y que la vida es amar, respetar y disfrutar. Que no se queden con ganas de hacer algo, de dar las gracias o de pedir perdón. Que no esperen al último momento o a la próxima vez para decir a alguien aquello que desean, porque quizá no haya "próxima vez", y entonces les embargará el sentimiento más horrible y sin remedio: el arrepentimiento.