martes, 30 de junio de 2015

Y qué tiene de malo ser una princesa

Está de moda eso de “yo no soy una princesa, soy una mujer fuerte, luchadora, en todo caso soy una princesa guerrera.” Y digo yo, ¿no puedes ser una mujer fuerte y luchadora y además una princesa?

Me gusta ponerme guapa, mirarme en el espejo, maquillarme, cambiarme otra vez de ropa porque no me convence. Hacerme fotos con cada modelito, posar con mil caras distintas, me gusta recogerme el pelo y soltarlo como si de una película se tratase. Me gusta caminar con mis amigas como si estuviéramos en una pasarela, me gusta pintarme las uñas, me encanta bailar con la música, me gusta ponerme tacones y sentirme guapa. Me gusta ayudar a mis amigas a elegir qué ponerse y me gusta irme con ellas de compras. Sí, definitivamente me gusta ser mujer.

Podéis estar pensando que soy una niñata frágil y presumida, podréis pensar que no hago otra cosa más que hacer de princesita, y ¿sabéis qué? Estáis equivocados, sí, me encanta ser así, y sí me gusta ser una princesa. Pero os diré otra cosa, no creáis que las mujeres tenemos que elegir entre una princesa Disney o Xena la princesa guerrera. Soy una princesa, y soy una mujer fuerte y luchadora también. No soy frágil porque me gusten las princesas, no soy menos fuerte por querer ponerme un vestido y querer besar a un sapo, no dejo de ser luchadora porque me encante la palabra princesa. Que me guste la ropa o mirarme al espejo no deja de significar otras muchas partes de mí. También me paso horas estudiando, lucho por aquello que quiero, defiendo mis ideas y a mis seres queridos. También sé discutir y sé enfadarme. Puedo mancharme de barro y ensuciarme si eso me hace pasarlo bien. Puedo reírme a carcajada limpia sin importarme si eso me hace la boca grande o arrugas en la frente.

Chicas, no os creáis que no podemos ser las dos cosas, todas podemos ser tantas como nos plazca. A mí me encanta que mi madre me diga princesita y mi novio me trate como tal y que luego me respeten y cuenten con mis ideas.

Y chicos, no penséis que porque una chica quiera ropa y zapatos ya no le gusta El Señor de los Anillos o Harry Potter, os aseguro que Hermione Granger también tiene sus momentos de princesa.


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sábado, 27 de junio de 2015

Una dura despedida

Ha llegado el momento de decirnos adiós. Tengo que escribirlo porque no me creo capaz de decirte todo esto a la cara. Sabes que lo mío siempre ha sido escribir, soy mucho mejor expresándome en un papel que con las palabras que salen de mi boca.
Se acabó. Pero no te preocupes, vas a estar mejor sin mí, esto puede sonar a tópico, pero en este caso lo digo porque es verdad. Puede que al principio te cueste un poco, puede que al principio me eches un poco de menos, pero será un falso sentimiento. Tu vida son tus amigos, aférrate a ellos, y en menos tiempo del que te des cuenta ya habrá pasado todo y me recordarás muy vagamente como un buen recuerdo. Estás mejor sin mí porque conmigo no estás, no existes, no eres tú. Nos hemos entendido un tiempo pero los dos sabemos que en realidad no nos entenderemos nunca. No te preocupes por mí, estaré mal al principio, lo has sido todo para mí, pero aprenderé a recordarte sin derramar lágrimas, aprenderé a hacer que el recuerdo no duela tanto como duele escribir estas palabras. Cuando te vea por la calle querré ver una sonrisa feliz y sé que la conseguirás sin mí.
Puede que lo que ahora crees que sientes por mí te impida ver todo esto, pero de verdad sé que estarás bien. Aun así, no olvides que te he querido más que a nada y que probablemente nunca pueda dejar de quererte.


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miércoles, 3 de junio de 2015

Lágrimas

Se puede llorar de muchas formas. Se puede llorar de alegría, de tristeza, se puede incluso llorar de emoción, llorar de alivio o de miedo. Las lágrimas salen de nuestros ojos con una composición distinta cada vez que lloramos. Son lágrimas amargas cuando perdemos a un ser querido, pero son lágrimas acarameladas cuando nos reencontramos con alguien a quien echábamos de menos. Se puede llorar por muchas razones, sin embargo, Lúa ha descubierto una nueva. Hoy lloraba y no sabía por qué, no estaba triste, no lloraba por una muerte, no lloraba de risa ni tampoco estaba asustada. Aún así, las lágrimas resbalaban por sus mejillas. No sabía por qué lloraba, ella estaba contenta, tiene una familia a la que quiere, unas amigas que venera y un novio al que adora. Entonces se ha dado cuenta. Lúa lloraba de amor. Sí. También existen las lágrimas de amor. Su composición es más compleja que ninguna: albergan la posibilidad de perder a alguien, miedo a que algo salga mal; tienen alegría, pero también tienen tristeza. Hoy Lúa se ha dado cuenta, ha descubierto que se puede llorar de amor, y aunque sea llorar, son las lágrimas más dulces que ha probado nunca.



Publicado en TheIdealist  http://www.theidealist.es/lagrimas/


miércoles, 6 de mayo de 2015

Un primer día

Primer día. ¿Cómo se supone que se supera un primer día? Nadie te da un manual antes de llegar a un nuevo lugar para explicarte cómo tienes que actuar, a quién dirigirte o a quién no. Todo el mundo te da consejos sin fundamento que al final probablemente no seguirás. Sólo escuchas a aquellos que crees que tuvieron tu misma experiencia pero aún así es posible que no hagas mucho caso ya que tus nervios te cierran los oídos.
Llegas a tu mesa, estás nerviosa porque no sabes cómo reaccionar. Se supone que estás ahí por todo lo contrario, que te pagan por saber, y por saber qué hacer. Pero tú no estás ahí porque te paguen, estás ahí porque amas lo que vas a hacer, estás ahí por vocación, estás ahí porque te salió una sonrisa la primera vez que un niño te llamó profe cuando apenas eras una joven dando clases particulares.
Estás aquí porque eres maestra. Y no, puede que no sepas cómo reaccionar, puede que no sepas muy bien qué hacer o cómo superar el primer día, pero lo que sí sabes es enseñar. Eso lo tienes claro, y si sabes enseñar a tus alumnos cómo afrontar otros problemas, puedes enseñarte a ti misma cómo superar este. No es lo mismo, es verdad, enseñar a los demás es difícil, pero es más difícil enseñarse a uno mismo.
Sin embargo, cuando tus nuevos 25 alumnos entran por la puerta de clase, te sonríen y alborotan el silencio que reinaba en el aula, todos tus nervios y todas tus inseguridades se disipan. ¿Por qué? Porque eres maestra, porque el aula es tu casa, los alumnos son tu vida y el enseñarles es tu mayor meta cada año. Enseñarles a vivir, a ser mejores personas, a desarrollarse como seres humanos, enseñarles conocimientos pero también educarlos. Educarlos en valores, darles la educación que todo niño merece y que a todo adulto se le olvida.
Y así pasa tu primer día, sin apenas darte cuenta, y esperas con inquietud el día de mañana, donde gracias a tu esfuerzo podrás seguir cumpliendo el objetivo de tu vida: ser maestra.

Publicado en The Idealist: http://www.theidealist.es/un-primer-dia/

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viernes, 24 de abril de 2015

Antes buscabas sellos, ahora buscas Wi-Fi

    ¿Recordáis cómo era recibir una carta? Sí, una carta, en papel, ¿os suena? Folios llenos de palabras escritas a mano, nada de límite de caracteres, nada de autocorrectores o mensajes instantáneos. Cartas de verdad, de las que tenías que esperar días, o incluso semanas para saber si habían llegado, de las que no tenía un inmediato doble tick azul. Cartas que hacía ilusión enviar, cartas que mantenían nuestra incertidumbre preguntándonos si habría llegado, si se habría extraviado o si el cartero la leería antes que el destinatario. Cartas que hacía ilusión enviar, pero que hacía todavía más ilusión recibir, abrir el buzón y que pusiera nuestro nombre, ver el remite y quizá sonreír. Que llegara tu madre y te dijera: "Había esto en el buzón para ti". ¿Qué es ahora el buzón? Un sonidito proveniente de algún dispositivo, un sonidito que ya casi ni nos hace ilusión escuchar, que incluso a vaces silenciamos durante un año porque no queremos más mensajes instantáneos, tenemos demasiados. No era así con las cartas, nunca nos hemos hartado de recibir cartas, ni nos hartaremos nunca, porque desgraciadamente cada día se envían menos. Ahora buscamos el símbolo de Wi-Fi, no buscamos un buzón; preguntamos si hay internet, no si venden sellos; marcamos un número y esperamos 3 toques, 4 como mucho, nada de esperar semanas para recibir una respuesta, ¿estamos locos?

     Pues sí, lo estamos, deberíamos estarlo, ¿Quién en su sano juicio no querría recibir ahora una carta? ¿De verdad no te haría ilusión salir al buzón y que hubiera una carta inesperada? A mí sí, ¿loca? Puede que no sea la palabra, nostálgica, romántica... otros lo llaman cursi. Sólo sé que en cuanto tenga la oportunidad enviaré una carta desde lejos y hasta muy lejos, que cruce fronteras, que tarde semanas en llegar, y lo único que lamentaría sería no poder ver tu cara al abrir el buzón y ver tu nombre en el destinatario.


Publicado en The Idealist: http://www.theidealist.es/antes-buscabas-sellos-ahora-buscas-wi-fi/

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martes, 10 de marzo de 2015

El mundo en que vivimos

Yo me despierto en una ciudad a las afueras de Madrid, cuando subo la persiana puedo ver campo y montañas, algo que la gente del centro tiene más difícil. No tengo problemas para encontrar desayuno, lo tengo tan fácil como abrir la puerta del frigorífico. Aunque ya llega la primavera, todavía hace frío por las mañanas, me abrigo bien y me dispongo a ir a la Universidad. Para mí es posible cursar estudios superiores, aun siendo mujer, aun siendo algo cara la Universidad, y no solo eso, además puedo estudiar lo que quiero. De camino a la Universidad en el metro me doy cuenta que hace ya rato dejamos el campo atrás. Metros por encima de mí solo se alzan edificios altos y mucho tráfico provocando este aire contaminado que respiramos. En clase puedo disfrutar de conexión a Internet y casi un ordenador para cada alumno. Todos los días después de la Universidad puedo ir a estudiar inglés en una academia y a jugar a voleibol en un club cercano a mi casa. Dispongo de todas las facilidades que necesito y aun así hay días que me quejo, hay días en los que lloro y tengo problemas. Problemas del primer mundo.

Ahora imagino la vida de otras personas, niñas que se levantarán cada día con la salida del sol porque su casa no es de cemento, niñas que tendrán que andar kilómetros para conseguir agua o para ir a la escuela, en el caso de que siendo mujeres no se queden en casa y puedan estudiar. Niños que mueren cada día de hambre en el mundo mientras nosotros nos compramos otro coche porque el anterior se nos ha quedado pequeño. Mientras nosotros contaminamos nuestro aire hay personas en el mundo luchando por respirar. Mientras unos cobran 1 euro al día fabricando cosas de forma masiva y otros las compran, hay unas terceras personas que se enriquecen con toda esa miseria. Para que nosotros compremos barato otras personas trabajan durante más de 12 horas seguidas.

Claro que siempre hay alguien por encima, esa gente que tiene millones, que con solo una parte de su sueldo se abastecería con comida a millones de personas. Y es que la riqueza n el mundo está muy mal repartida. Los que son ricos en naturaleza no tienen recursos para explotarla, entonces los que tienen recursos van y no solo explotan la tierra sino que explotan también a su gente y se aprovechan de ellos.

Qué pasa con los preciosos parajes naturales que estamos destrozando, qué ocurre con los boques que estamos quemando. Estamos quemando vidas, estamos quemando cientos de especies animales que viven entre sus árboles. Ahora una ardilla no podría cruzar España de árbol en árbol, podría cruzar Europa entera de coche en coche.

Si se nos rompe el móvil, compramos otro; si se nos estropea la lavadora, compramos otra; si nos rayan el coche, lo pintamos; si se nos gasta la pintura, compramos más; ¿sabéis el problema? No podemos comprar otro planeta si destrozamos este, no tenemos otro mundo si este se nos gasta. No pensamos lo que hacemos porque pensamos que siempre tiene solución, creamos los problemas pensando que ya encontraremos la solución, en vez de intentar no crear problemas. Y este problema tiene difícil solución, porque como no nos concienciemos de que el planeta se nos muere, le enterraremos antes de lo que quisiéramos, y nosotros iremos con él.


Este mundo que habitamos es un planeta singular, es un lugar tan dispar que no lo sabemos aprovechar. Como se dice siempre cuando vas a un lugar, deja todo tan igual que no se note que has estado. No deberíamos tratarlo como una herencia de nuestros padres, sino como un regalo para nuestros nietos.