Me he despertado
y no sé hacia dónde mirar, todo a mí alrededor se ha vuelto oscuro, o ya lo
estaba, y yo solo imaginé la luz. Sea como fuere, todo es negro, pero, ¿acaso
no es el negro el resultado de todos los colores? En ese caso el negro sería
una buena señal, sería señal de que todo está bien, de que los colores siguen
en mi vida, que mi existencia sigue cargada de color. Pero no es así. Una cosa
es la teoría, la lógica, y otra es como yo me siento, y es que los sentimientos
no entienden de lógica. Y por mucho que el negro sea todos los colores, yo lo
siento oscuro, lo siento triste, desesperado, frustrado y sin esperanza. Eso
es. Sin esperanza, preferiría despertar y estar rodeado de verde. Habría sido
mucho más agradable que mis ojos hubieran visto verde al despertar, el verde el
bosque, de las hojas de los árboles, del césped con ese olor a hierba recién
cortada. El verde es el color de la esperanza, ¿no? Si al despertar hubiera
visto verde, no lucharían mis ojos por expulsar esas lágrimas que se mueren por
sacar y no pueden, es este maldito negro el que está acabando conmigo, es esta
oscuridad la que no me deja tener esperanza. Intento encontrar el verde en esta
mezcla de colores que es el negro, pero no hay manera, es una mezcla
inseparable, indivisible, al menos a mis ojos, unos ojos que no ven más allá
del negro después del negro. Ni siquiera es gris oscuro, ni siquiera el rojo
que ves cuando cierras los ojos pero al otro lado de tus párpados hay luz,
nada. Solo negro. Solo negro por todas partes. Supongo que hay que resignarse,
no hay esperanza, no hay nada a mi alrededor, no hay nada que ya pueda hacer,
la luz se ha ido para siempre. Supongo que solo me queda cerrar los ojos y
dormir para siempre, imaginando que mi ataúd es verde por dentro.
PALABRAS QUE VUELAN POR EL AIRE Y FOTOGRAFÍAS QUE OFRECE EL MOMENTO Palabras que salen de un bolígrafo destintado y van a parar a un cuaderno sin hojas, palabras que me susurra el viento y no puedo evitar escribirlas. Fotografías que salen de una cámara sin carrete y van a parar a un álbum sin páginas, fotografías que me da la vida y no puedo evitar tomarlas.
miércoles, 30 de diciembre de 2015
lunes, 14 de diciembre de 2015
Los cinco protagonistas
El viaje de cada mañana. Una hora
en el metro que me lleva a mi destino de todos los días. Sin embargo, hoy es
distinto. Hoy no me acompaña él. No me acompaña quien hace que todos mis viajes
me suma en fantasía, que viva otra historia, una historia que no es la mía. Que
viva cosas que sueño y nunca viviré. No me acompaña el que me hace vivir la
vida de otros como si fuera mía.
Exacto, estoy hablando de un
preciado libro.
Hoy las palabras escritas no son
mi compañía, pero lo son otro tipo de palabras. En lugar de leer, hoy me coloco
los cascos en mis orejas, y en lugar de vivir la vida de seres ficticios a
través de unas páginas, observo la de las personas reales que están a mi
alrededor. Cientos de vidas que se cruzan conmigo, que entran y salen de los vagones,
que piensan en sus cosas, que solucionan problemas, que empiezan a tenerlos,
personas que hablan con sus seres queridos, otras que los echan de menos.
Personas que como yo otros días, no se enteran de lo que ocurre a su alrededor
porque, en realidad, están en otro mundo, el mundo de las palabras.
Y así, con “No hay nadie como tú”
como banda sonora, me fijo en diferentes personas que llaman mi atención.
Ese chico que está sentado en
frente de mí, ese chico que está con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en
la pared. Ese chico que solo abre los ojos cuando el metro frena y se despierta
de un micro sueño, aunque, en realidad, tampoco ha sido tan micro, al menos
desde fuera, ya que lleva 4 o 5 estaciones “durmiendo”. Es en este frenazo
cuando abre los ojos, nuestras miradas se encuentran, y yo aparto la vista. Por
dos cosas: la primera porque a nadie le gusta que le miren mientras se queda
dormido en el metro, lo hago por él; y la segunda, porque a nadie le gusta que
le pillen mirando a alguien en el metro; lo hago por mí.
Al apartar la vista del bello
durmiente me fijo en la chica que está a su lado, y me enamoro al instante de la
situación. Es el nuevo amor, el amor del siglo XXI: sonreír abiertamente
mientras miras una pantalla de teléfono. Lee, sonríe y escribe. Repite el
proceso varias veces, varias veces en las que yo me quedo embobada disfrutando
del amor que ella misma está sintiendo. Sé que es amor, no es una sonrisa de
que algo te hace gracia, o una sonrisa que le das a una amiga, es una sonrisa
de amor, y no me preguntéis cómo, pero eso se nota. Levanta la vista, y también
nuestras miradas se cruzan, la situación se repite, pero podemos disimular un
poco mejor, ya que ambas nos levantamos pues hemos llegado a nuestra estación.
Hoy voy con tiempo, subo andando
las escaleras mecánicas, las siguientes las subo parada, disfrutando del tiempo
que me sobra. Luego tengo que bajar unas escaleras de las de toda la vida, y es
aquí cuando me paro a observar a mi tercer protagonista. No dura mucho, puesto
que voy andando, la cosa pasa rápida, aunque aun así me parece que me da tiempo
a saber mucho de él.
Un hombre mayor, recorre el
pasillo, gira la esquina y se para, se para porque observa que las escaleras
que hay ante él no son mecánicas, y no hay opción de encontrarlas a no ser que
vaya al otro extremo del andén. Son unos segundos de reflexión: no sé si voy a
ser capaz de subirlas; venga va que solo son unos 10 o 15 escalones; pero es
que son demasiados y mis rodillas ya no están para estos trotes; tus rodillas
llevan 70 años funcionando, no se van a estropear ahora; pero no es solo eso,
cuando llegue arriba voy a estar jadeante; te vas atrofiar si dejas de caminar o
subir escaleras, son 70 años no 120; a los 120 es donde no voy a llegar; ¿y
quieres pasar el resto de años que te queden sin poder caminar de la mano de
tus nietos?; tienes razón, allá voy. Y así, en unos segundos de debate interno
veo como el hombre se agarra a la barandilla y empieza a subir las escaleras.
Es como si hubiera escuchado todos sus pensamientos, y continúo mi camino hasta
el final del andén con una sonrisa.
Me paro en el andén, en espera
del tren que me llevará a mi destino. Y sigo observando, buscando a mis siguientes
protagonistas.
Y ahí están, son una pareja pero
ellos no lo saben. Un chico y una chica, él muy alto o ella muy bajita. O quizá
las dos cosas. Él lee, ella escucha música, cada uno está en su mundo, no
piensan en el otro, no reparan en su presencia. No se dan cuenta de que están
de pie, parados al lado de alguien, no se dan cuenta de que desde en frente
hacen una pareja divertida. Él está sumido en las palabras, sostiene el libro
entre ambas manos pasando las páginas mientras lleva una mochila a la espalda.
Ella mira a todas partes sin ver nada en realidad, su mirada está perdida,
mueve los labios cantando la letra de la canción que escucha, a la vez que pone
el ritmo con el pie derecho. Ninguno se da cuenta de que los observo, esta vez
no hay cruce de miradas incómodas.
Entonces, sin haberlo visto ni
oído venir, aparece el tren, haciendo que mis dos últimos protagonistas
desaparezcan de mi vista. Haciendo que piense que, como dice la canción, no hay
nadie como tú.
sábado, 14 de noviembre de 2015
Pray for Paris
¿Qué hacemos? ¿Qué nos pasa? ¿Cuándo la radicalidad empezó a formar parte de nuestro día a día? ¿Cuándo el acto de matar inocentes se ha convertido en una extraña manera de "defender ideales"? ¿Cuándo, en pleno siglo XXI, un presidente decide cerrar las fronteras de un país aterrado por el dolor?
Ayer me acostaba a las 3 de la mañana viendo noticias sobre lo que todos hoy conocéis: nueva serie de atentados en Francia. Hoy me he despertado y todavía sigue aumentandoe el número de muertos. A cualquier persona le afectan unos acontecimientos así, y sentimos pena, lástima, frustración e impotencia por lo ocurrido en Francia, por todas las víctimas. Pensar en el gran número de heridos y fallecidos me pone los pelos de punta, pero más lo hace el hecho de pensar en ellos uno a uno. Pensar que eran personas como tú y como yo, que vivían un viernes por la noche saliendo a cenar, viendo un partido de fútbol, de fiesta o simplemente a pasear. Por todas esas personas con nombres y apellidos.
Por esa madre que ayer sobrevivió a su hija, una chica de 20 años que simplemente salía de fiesta un viernes más; por ese joven que se quedó en casa ayer y hoy ha despertado con 4 amigos menos; por ese matrimonio que salió a cenar después de una dura semana de trabajo y no volvió a casa con sus hijos; por esa pareja que celebraba su reconciliación dando un paseo bajo la noche parisina; por esa familia que disfrutaba de un partido de fútbol y que tendrán grabado un sonido terriblemente desagradable el resto de su vida; por esa primera cita que también fue la última; por ese abuelo que celebraba rodeado de sus nietos su 70 cumpleaños y que ya no cumplirá más; por esa madre embarazada que hoy ya no tendrá un hijo; por esa estudiante universitaria aprendiendo francés que hoy no responde a las llamadas de su familia; por ese padre que prometió a su hijo llevarle a París y que hoy no podrá prometerle nada más; por esos policías y militares que deseaban no ser necesarios; por esos médicos que han acudido al hospital en su día libre para ayudar con el desastre; por esa profesora que teme volver a clase y haber perdido a sus alumnos.
Por todos y cada uno de los seres humanos, porque aunque el número de muertos y heridos sea uno, el número de afectados es incontable.
No sé si escribir mitiga o empeora la situación, pero la impotencia lleva a cada uno a hacer lo que está al alcance de su mano, y ahora mismo, sólo podía transformar mis ojos llorosos en letras y palabras.
Unidos por París, unidos por un mundo mejor, unidos por la paz.
martes, 3 de noviembre de 2015
20 fases que pasas cuando enciendes el ordenador para hacer un trabajo
Todos los que hemos tenido que hacer algún trabajo para clase con el ordenador sabemos que lo que viene a continuación es cierto. Y no lo podemos evitar.
20.00h. Voy a encender el ordenador para empezar a trabajar.
20.02h. Bueno mientras se enciende voy a echar una partida al Candy Crush (o a cualquier juego de los que tengo en el móvil).
20.15h. Creo que ya se ha cargado, voy a ponerme a buscar información sobre el trabajo que tengo que hacer.
20.17h. Bueno ya que he abierto internet voy a mirar el correo, por si hay algo importante que necesite.
20.22h. No parece que haya nada importante, voy a abrir Facebook solo un momento y a y media me pongo.
20.30h. Veo este vídeo que solo son 4 minutos y ya luego empiezo.
20.34h. ¡Oh! Mira este enlace qué interesante, es de lo que estuve hablando con Fulanito ayer.
20.40h. Voy a mencionarlo en este vídeo que he visto y así ve que yo tenía razón.
20.43h. Anda, me ha contestado al WhatsApp, tengo que responder.
20.55h. Madre mía, este chico cómo me ha entretenido, le digo adiós y a las 21.00h me pongo, en serio.
21.05h. Venga que todavía si empiezo ahora me da tiempo a adelantar algo.
21.08h. Bueno voy a apagar el móvil un rato para evitar tentaciones y cuando acabe lo enciendo. Todavía me puede cundir antes de cenar.
21.15h. Joe si es que este trabajo que me han mandado es una mierda, no hay nada interesante que buscar sobre esto...
21.23h. A ver... ¿Por dónde puedo empezar? ¿Por dónde cojo este tema?
21.30h. Pffff... Una hora y media y solo he escrito la portada y mi nombre.
21.37h. Esto empieza a cansar, voy a encender el WhatsApp y pregunto a Menganito que cómo lo ha hecho él.
21.40h. Dios este móvil cada día tarda más en empezar a funcionar.
21.43h. ¡Oh! Una vida del Candy Crush, justo la que necesitaba para pasar de nivel.
21.50h. Buah, él tampoco tiene ni idea, mañana le decimos al profe que este trabajo no hay por dónde pillarlo.
22.00h. ¡Oh! ¡Las 10! A cenar, mañana ya me pongo en serio y lo empiezo y termino. Buena tarde la de hoy, mañana me cunde más :)
viernes, 30 de octubre de 2015
10 frases de "Ese instante de felicidad" de Federico Moccia
Este libro de Federico Moccia es de esos que te hace sentir algo más que ser protagonista, te hace sentir de verdad ese instante de felicidad.
1. "El amor son esos mensajes que no quieren decir nada pero que lo dicen todo, a los que no prestas atención cuando llegan a diario pero que se convierten en una obsesión cuando empiezan a faltar".
2. "Si todos estuviéramos enamorados este mundo sería precioso".
3. "Para salvar al mundo debes empezar salvando a las personas de una en una" decía el escritor Charles Bukowski.
4. "¡La mujer es soñadora y, ya puestos, sueña a lo grande!".
5. "¿Tan dificil es soltar un par de gilipolleces? Ellas son felices así... ¡pues hazlas felices, ¿no?! ¡Hazme caso, que despues tú también eres feliz!".
6. "Por dinero, todo se hace por dinero, hasta las putas son más honestas, al menos ellas no fingen lo que no son".
7. "Los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios" dijo citando Carlo Dossi.
8. "El amor te arrolla, no mira a nadie a la cara, te hace cometer locuras, te hace sentir feliz como ni siquiera podías imaginarte que podías serlo y después te hunde".
9. "A los amigos no hay que entenderlos, hay que aceptarlos".
Y por último os dejamos una de las últimas frases del libro, que describe esos instantes de felicidad que a veces no sabemos valorar en el momento, pero que, efectivamente, nos hacen felices por un instante, felices de verdad.
10. "Ese instante de felicidad es cuando hablas por teléfono y le estás contando qué tal te ha ido el día. Ella te pregunta: ¿dónde estás ahora?, y mientras tú se lo estás diciendo llega en el coche y te sonríe".
domingo, 25 de octubre de 2015
¿En qué momento dejamos atrás la inocencia y de repente crecemos?
¿En qué momento dejamos atrás la inocencia y de repente crecemos?
Aquí tenemos diferentes respuestas a una misma pregunta: ¿Cuáles son tus miedos?
- Niña de 10 años: mmmm bueno, tengo un poco de miedo a la oscuridad
- Niño de 12 años: mmm, (después de pensar un rato), la verdad que no se me ocurre nada a lo que tenga miedo
- Chica de 20 años: a morirme y a fracasar. Tengo miedo a algunas cosas más pero... todo se reduce al miedo a morir
- Chico de 32 años: a la muerte.
- Mujer de 88 años: tengo miedo de morirme. Porque dejo a todos mis hijos y nietos solos y yo ya no estaré. Aunque tengan su vida hecha tengo miedo de morirme porque pienso en ellos.
Y yo me pregunto cuándo ocurre esto, cuándo nuestros miedos dejan de ser la oscuridad y empieza a ser el miedo al fracaso, y sobre todo, el miedo a morir. En qué momento algo en nuestra cabeza hace click y dejamos de preocuparnos por las cosas que nos preocupaban de pequeños y comenzamos a preocuparnos por cosas que sabemos que tarde o temprano pasarán.
Dejemos de preocuparnos por el final y empecemos a preocuparnos por llegar a él habiendo sido felices y con una sonrisa.
viernes, 23 de octubre de 2015
Te quiero. ¿Me quieres?
Te quiero. ¿Mucho? ¿Poco? ¿Igual que antes? ¿Más? ¿Menos? ¿Diferente? ¿Igual?
Me he dado cuenta de que son preguntas inútiles cuando se trata de un te quiero. Cuando se trata de amor las preguntas de este tipo sobran y yo misma me las hago continuamente. Y creo que todos lo hacemos y lo seguiremos haciendo pero, ¿cómo puedes expresar con un adjetivo de ese calibre todo lo que sientes hacia esa persona? Habéis pasado por todo tipo de experiencias y momentos inolvidables, habéis tenidos vuestros más y vuestros menos así que no preguntes si te quiere igual que antes, más, menos o por siempre. Te ha dicho que te quiere, déjalo estar, si es un te quiero sincero, vale más que cualquier acompañamiento que le puedas poner.
No lo sabes, no sabes si puedes amar como antes y, en realidad, no quieres. No quieres amar a esa persona siempre de la misma manera y tampoco que ella te ame a ti siempre igual. Si siempre amamos igual los mismos problemas seguirán surgiendo. El amor también cambia, evoluciona, se mueve en todas direcciones y si siempre seguimos el camino recto, el paisaje siempre será el mismo. Tomemos desvíos, salidas, bifurcaciones, decisiones que nos hagan amar unas veces mejor y otras peor, Pero entiende que será el camino correcto, porque será el que tú mismo has trazado.
Para qué decir un incierto "siempre te querré" si puedes decir ahora un verdadero
"te quiero".
Publicado en The Idealist http://www.theidealist.es/te-quiero-me-quieres/
miércoles, 21 de octubre de 2015
¿Qué pasa profe?
¿Alguna vez has enviado un
corre a un profesor y no has recibido la respuesta que esperabas? A lo mejor
ellos tampoco recibieron el correo que esperaban. Cada vez más a menudo los
“buenas”, “xq” y “xd” de la mensajería instantánea se cuelan en un contexto más
formal. Hoy vamos a darte las claves para lograr una eficacia comunicativa.
Todos
preferiríamos la rapidez economía lingüística de un simple “hola”, pero debemos
intentar recordar que estamos en un contexto universitario y que nuestros
profesores merecen al menos un “estimado profsor”. Puede que tú solo tengas un
profesor de Historia pero él tiene 299 alumnos más. Después del saludo,
preséntate (nombre, curso, grupo y asignatura), te lo agradecerá. Ahora que ya
has empezado con buen pie, expón tu problema de forma breve para acabar de
captar su atención. Si tienes algún matiz personal que comentarle, ahora es el
momento. Sin embargo, no te metas en laberintos ni imperativos, sé sencillo,
claro y directo. Antes de despedirte recuerda lo que te decía tu madre: “un
gracias nunca está de más”.
Si
recuerdas algún correo redactado de forma incorrecta es el momento de
reescribirlo siguiendo las pautas que ahora conoces. Presiona enviar y
recibirás la respuesta esperada de un agradecido profesor.
Deja el “chao” para tus amigos.
Un cordial saludo.
Lidia Herranz.
sábado, 17 de octubre de 2015
10 frases de "Bajo la misma estrella"
Frases de esas que encuentras en las páginas de un libro y que consideras que merecen más tiempo, algo así como para siempre.
Hoy vamos a haceros recordar 6 frases destacables de "Bajo la misma estrella", novela de John Green adaptada también a la gran pantalla por Josh Boon en 2014.
"Estoy enamorado de ti, y no me apetece privarme del sencillo placer de decir la verdad".
1. "Así se sume en el día el amanecer, nada dorado puede permanecer".
2. "Escribir no resucita, entierra".
3. - "La gente se acostumbra a la belleza".
+ "Pues yo todavía no me he acostumbrado a ti".
4. "Algunos turistas creen que Amsterdam es la ciudad del pecado, pero en realidad es la ciudad de la libertad. Y en la libertad casi todos encuentran el pecado".
5." Sentí que me enamoraba de él como cuando sientes que estás quedándote dormida: primero lentamente y, de repente, de golpe".
6. "Todo el mundo debería tener amor verdadero, y debería durar como mínimo toda la vida".
7. "Los cigarrillos no te matan si no los enciendes. Y nunca he encendido ninguno. Mira, es una metáfora: te colocas el arma asesina entre los dientes pero no le concedes el poder de matarte".
8. "No voy a contaros nuestra historia de amor porque, como todas las historias de amor reales, morirá con nosotros, como debe ser".
9. - "¿Por qué me miras así?"
+ "Porque eres guapa. Me gusta mirar a las personas guapas, y hace un tiempo decidí no privarme de los sencillos placeres de la vida".
10. "El amor verdadero nace de los tiempos difíciles".
Disfrutad tanto de esta lectura como la maravillosa película, ambas son capaces de llegar hasta lo mas profundo de nosotros mismos.
domingo, 11 de octubre de 2015
Cuando desconectas
Si me hubieran preguntado hace 3 días si era adicta al WhatsApp probablemente habría contestado que quizá un poco. Quizá "adicta" no sea la palabra, pero es verdad que, como nos pasa a la mayoría, miro el móvil a menudo, me extraño si no tengo mensajes en unas horas, no me gusta que no me respondan, odio el tick azul y yo también sé ignorar los grupos. Aunque somos "adictos" a mucho más que al WhatsApp, tenemos mucho más en nuestros smartphones, redes sociales, juegos, fotos, etc.
El caso es que llevo dos días sin móvil, bueno, sin un smartphone. Puse mi tarjeta SIM en un móvil antiguo, he podido llamar si lo he necesitado y de una manera u otra me he podido comunicar con quien he querido. Ha sido fin de semana y no he tenido que encerrarme en casa porque no me enterara de los planes. Con esto no digo que ahora sea sueper concienciada y que no sea necesario el WhatsApp, porque a mí también me gusta, pero me he dado cuenta de que en realidad no soy "adicta" al WhatsApp, en todo caso soy "adicta" a las personas con las que hablo. Gracias a las llamadas y al chat de Facebook he podido hablar con quien de verdad tenía que hablar y lo demás no lo he necesitado. Lo tenemos siempre tan a mano y tan disponible que creemos que si nos lo quitaran no podríamos estar tranquilos. Lo cierto es que lo necesitamos sí, pero menos de lo que creemos. Posiblemente en estos dos días habría enviado varias fotos innecesarias con comentarios que me podía ahorrar. Y cuando recupere WhatsApp tendré muchos cientos de mensajes de dos días de desconexión.
Creo que a partir de ahora tardaré más todavía en responderos, lo siento, pero me he dado cuenta de que si nadie me ha llamado porque se estaba muriendo es que ninguno de los cientos de mensajes que recibiré eran tan urgentes como nos pensamos normalmente que son.
El caso es que llevo dos días sin móvil, bueno, sin un smartphone. Puse mi tarjeta SIM en un móvil antiguo, he podido llamar si lo he necesitado y de una manera u otra me he podido comunicar con quien he querido. Ha sido fin de semana y no he tenido que encerrarme en casa porque no me enterara de los planes. Con esto no digo que ahora sea sueper concienciada y que no sea necesario el WhatsApp, porque a mí también me gusta, pero me he dado cuenta de que en realidad no soy "adicta" al WhatsApp, en todo caso soy "adicta" a las personas con las que hablo. Gracias a las llamadas y al chat de Facebook he podido hablar con quien de verdad tenía que hablar y lo demás no lo he necesitado. Lo tenemos siempre tan a mano y tan disponible que creemos que si nos lo quitaran no podríamos estar tranquilos. Lo cierto es que lo necesitamos sí, pero menos de lo que creemos. Posiblemente en estos dos días habría enviado varias fotos innecesarias con comentarios que me podía ahorrar. Y cuando recupere WhatsApp tendré muchos cientos de mensajes de dos días de desconexión.
Creo que a partir de ahora tardaré más todavía en responderos, lo siento, pero me he dado cuenta de que si nadie me ha llamado porque se estaba muriendo es que ninguno de los cientos de mensajes que recibiré eran tan urgentes como nos pensamos normalmente que son.
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sábado, 19 de septiembre de 2015
¿Algo peor?
No hay nada peor que una persona
a la que quieres te abandone… ¿o sí? Pensaba que esto era lo peor que puede
pasar, pero me equivocaba. Antes de eso hay mucho tiempo cuando lo pasas peor,
cuando lo ves venir. Cuando ves que esa persona, aun estando a gusto a tu lado,
aun haciendo lo imposible, se quiere ir, quiere apartarse, quizá no sea para
siempre (o eso esperas) pero por el momento cree que debe alejarse, cree que
estará mejor sin ti. Ese sentimiento es realmente malo, ese sentimiento de
impotencia porque hagas lo que hagas o digas lo que digas su decisión está
tomada. Esa situación es realmente horrible. ¿Algo peor que ese sentimiento de
impotencia? Sí, hay más, cuando esa persona te lo dice. Es peor cuando esa
persona te advierte, te dice que está haciendo cambios en su vida, que no te
sientas mal si tú eres uno de ellos, que no pasa nada si un día ya no habláis,
que no te sientas mal si dejáis de tener esa relación actual durante un tiempo,
que ella siempre estará aquí para ti. ¿Algo peor que encima te avisen de que te
van abandonar y no puedes hacer nada por remediarlo? Es ese tiempo de espera,
ese tiempo en el que no sabes cuándo ocurrirá lo inevitable, cuándo será el
momento en el que decida dejarte pasar de largo por su vida. No olvida, eso te
dice, y te lo repite, que siempre estará para ti y que nunca te olvidará. ¿Hay
algo peor? ¿Incluso peor que ese tiempo de espera? En mi opinión sí, y hasta aquí
no se me ocurre nada peor que tus sentimientos hacia esa persona. La quieres,
es de verdad alguien importante para ti, es de verdad alguien en quien te
apoyas, y te odias a ti mismo sólo de pensar que esos sentimientos podrían
cambiar. Ella dice que estará para ti, que nunca olvida, pero tú no crees que
puedas apoyarte en alguien que tomó la decisión de hacer cambios en su vida, y
que uno de esos cambios fueras tú. No podrás apoyarte en alguien con quien hace
tiempo no hablas, alguien que no se apoyó en ti no merece soportar tu carga, la
carga de que tú te apoyes en ella. Y lo peor son esos sentimientos que sabes
que desaparecerán, esas buenas sensaciones hacia esa persona. Empiezas a odiar
esa persona por hacerte odiarla y a ti porque lo consiga, y todo esto antes
incluso de que te abandone, pero es que te ha avisado de que en algún momento
pasará, que lo vuestro no es para siempre, que es una relación efímera, que
acabará, que durará un tiempo pero no para siempre, y que tomará decisiones que
cambiarán cosas en su vida.
Y ahí estás tú, negándote a
predecir el futuro, con lágrimas en los ojos como si ese momento ya hubiera
llegado, pero te das cuenta de que no, que ese momento aún no está aquí, y que
por mucho que esa persona se empeñe en que la odies, tus sentimientos son más
fuertes, no pretendes que nada dure eternamente, pero te niegas a ponerle fecha
de caducidad. Así que coges fuerzas y le plantas cara: si vas a querer echarme
de tu vida, vas a tener que ponerle ganas, no voy a irme así como así.
miércoles, 9 de septiembre de 2015
Porque lo pequeño es lo más grande
No importa dónde está el final. No importa la meta, lejos, cerca, son conceptos que no sirven de nada.
Puedes estar a miles de kilómetros de una persona y sin embargo sentirla durmiendo a tu lado. Sin embargo, puedes sentir a quien duerme a tu lado como a un desconocido viviendo en París. Conceptos subjetivos que no importan nada. Es el camino lo que nos debe importar, la vida no es una carrera, no gana el que antes llega a la meta, sino el que más feliz ha sido por el camino.
A todos nos gustaría ganar ese trofeo y por eso son las cosas pequeñas las que importan. Los besos de buenas noches, las sonrisas de buenos días, los abrazos con lágrimas, las lágrimas en soledad, los amigos que van y vienen, los que siempre se quedan, los churros a la vuelta de fiesta, la música en el coche, el locutor de radio de todos los días, los consejos de tu madre, las lecciones de tu padre, las peleas con tu hermano, los lametones de un perro, el azúcar que se cae, el café de por las tardes, el periódico de los domingos, las fotos inesperadas, los sustos, la adrenalina del primer beso, la tristeza de dar el último, las fotos que no quieren ser tomadas, esa canción que te recuerda a ese alguien especial, esa persona desconocida que te cede su asiento en el tren, ese conductor de autobús que te espera después de correr detrás, un abrazo cuando más lo necesitas, un adiós en el peor momento, pasar la última página de un libro, leer una revista en el baño, que se te caiga la pasta de dientes, empezar un libro, llorar con una película, reír hasta que te duela el estómago... y así podriamos seguir.
Porque los pequeños detalles que hacen que la vida merezca la pena
son infinitos
si nosotros deseamos que lo sean.
son infinitos
si nosotros deseamos que lo sean.
Publicado en TheIdealist: http://www.theidealist.es/porque-lo-pequeno-es-lo-mas-grande/
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martes, 25 de agosto de 2015
Este texto sí es para ti
A todos aquellos que pensáis que
cuando se escribe siempre se dirige a alguien. Sí, a ti y a ti, date por
aludido. En este caso tienes razón, este texto tiene destinatarios. No voy a
generalizar y hablar por todos los que un día nos sentamos delante de un
cuaderno o un teclado y escribimos porque la inspiración nos ha visitado. Voy a
hablar solo por mí, y ya os digo que no, no siempre que me paro a escribir mis
palabras van dirigidas a alguien. Es posible que cuando lo leas pienses en
alguien a quien pueden ir dirigidas, quizá sí o quizá no, pero no me preguntes,
si crees que es para ti eso que te llevas, y si crees que es para otra persona
alégrate o ponte triste pero no le des más vueltas, no lleva a ninguna parte.
Puede que mi subconsciente
siempre tenga un destinatario al que dedicar cada una de mis palabras, pero no
siempre me lo dice. Puede que mis líneas tengan un poco de cada una de las
personas que me llegan al corazón, puede que tenga un poco de todas aquellas
que dejáis huella en mí, y puede que tenga un poco incluso de aquel desconocido
que simplemente me preguntó la hora con una sonrisa. Cada una de mis letras,
que forman palabras, líneas y textos completos no van siempre dirigidos a
alguien. Sé que pensáis que un texto con connotaciones amorosas tiene que ir
dirigido a alguien, pero os equivocáis, puede ir dirigido tanto a todos como a
nadie en especial. Puede tener un poco de ti, que has dejado en mí momentos
inolvidables; un poco de ti que me has hecho ver cosas que no veía; un poco de
ti que ves lo buena que soy; un poco de ti que soportas todas mis dudas y
preguntas; y un poco de mí, que pienso en todos vosotros mientras os escribo
esto.
A todos vosotros que no
comprendéis que el amor es mucho más que una persona a la que dedicar palabras
bonitas, a todos vosotros os dedico yo todas estas líneas.
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