A todos aquellos que pensáis que
cuando se escribe siempre se dirige a alguien. Sí, a ti y a ti, date por
aludido. En este caso tienes razón, este texto tiene destinatarios. No voy a
generalizar y hablar por todos los que un día nos sentamos delante de un
cuaderno o un teclado y escribimos porque la inspiración nos ha visitado. Voy a
hablar solo por mí, y ya os digo que no, no siempre que me paro a escribir mis
palabras van dirigidas a alguien. Es posible que cuando lo leas pienses en
alguien a quien pueden ir dirigidas, quizá sí o quizá no, pero no me preguntes,
si crees que es para ti eso que te llevas, y si crees que es para otra persona
alégrate o ponte triste pero no le des más vueltas, no lleva a ninguna parte.
Puede que mi subconsciente
siempre tenga un destinatario al que dedicar cada una de mis palabras, pero no
siempre me lo dice. Puede que mis líneas tengan un poco de cada una de las
personas que me llegan al corazón, puede que tenga un poco de todas aquellas
que dejáis huella en mí, y puede que tenga un poco incluso de aquel desconocido
que simplemente me preguntó la hora con una sonrisa. Cada una de mis letras,
que forman palabras, líneas y textos completos no van siempre dirigidos a
alguien. Sé que pensáis que un texto con connotaciones amorosas tiene que ir
dirigido a alguien, pero os equivocáis, puede ir dirigido tanto a todos como a
nadie en especial. Puede tener un poco de ti, que has dejado en mí momentos
inolvidables; un poco de ti que me has hecho ver cosas que no veía; un poco de
ti que ves lo buena que soy; un poco de ti que soportas todas mis dudas y
preguntas; y un poco de mí, que pienso en todos vosotros mientras os escribo
esto.
A todos vosotros que no
comprendéis que el amor es mucho más que una persona a la que dedicar palabras
bonitas, a todos vosotros os dedico yo todas estas líneas.
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