Qué relativo y a la vez que necesario el tiempo. Para bien y para mal, pasan los segundos, minutos y horas y cuando te das cuenta se han convertido en días, semanas, meses e incluso años. A veces ha pasado tanto tiempo que ni te acuerdas del principio, de cómo empezó todo. Sin embargo, hay recuerdos y momentos en nuestra mente que no tienen fecha de caducidad, que no importa el tiempo que pase que van a estar ahí y los vas a revivir una y otra vez como si hubieran ocurrido ayer mismo. Luego te das cuenta que no, que ha llovido mucho después de ese instante que viviste hace años, pero no importa, el tiempo es relativo.
"Ahora", eso es lo que importa, el presente es lo que estás viviendo, y aunque los recuerdos te persigan y asalten tu mente de vez en cuando, carpe diem, o eso es lo que dicen. El tiempo empieza a contar desde ya, desde que, de repente, alguien te dice que necesita tiempo, que le cuesta estar contigo, que ya nada es lo mismo. Vaya, otra habilidad asombrosa del tiempo, cambiar radicalmente sentimientos de años en cuestión de minutos.
"Ahora", eso es lo que importa, el presente es lo que estás viviendo, y aunque los recuerdos te persigan y asalten tu mente de vez en cuando, carpe diem, o eso es lo que dicen. El tiempo empieza a contar desde ya, desde que, de repente, alguien te dice que necesita tiempo, que le cuesta estar contigo, que ya nada es lo mismo. Vaya, otra habilidad asombrosa del tiempo, cambiar radicalmente sentimientos de años en cuestión de minutos.
¿Y ahora? Ahora toca esperar, como casi siempre que algo tiene que ver con el tiempo, implica espera, implica paciencia, implica comprensión, respeto y ese amor forjado a base de acumular horas y días. El tiempo que tiene que pasar trae consigo esperanza, pero también trae consigo latigazos de realidad: briznas verdes de que todo pasará y golpes de saber que nada será igual; caricias de imágenes en las que los dos volvéis a sonreír y dolor de pensar en la última expresión que viste reflejada en sus ojos.
Si hay algo que sabemos a ciencia cierta, es que los sentimientos, como la energía, ni se crean ni se destruyen, solo se transforman. Puede que el tiempo sea capaz de cambiar lo que sentimos, pero igual que no puede crearlo, nunca será capaz de eliminarlo.
La persistencia de la memoria (Salvador Dalí) |
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