¿Hasta qué punto puede interesar
una clase de Filosofía un viernes a última hora a un cúmulo de hormonas
revolucionadas en cuerpos de jóvenes de 18 años? Probablemente Marx fuera un
hombre muy inteligente y digno de ser estudiado pero ahora mismo no ocupa mucho
lugar en nuestros pensamientos. ¿Entonces en qué estamos pensando todos estos
adolescentes? Pensamos en todo menos en Marx. Es viernes, pensamos que “por
fin” es viernes. Nuestros pensamientos se llenan de planes para la tarde, de
planes con los amigos, también de planes para el fin de semana, no pensamos en
Marx.
Algunos se limitan a mirar por la ventana porque la libertad del aire libre no la pueden respirar en un aula cerrada iluminada con unos tristes fluorescentes. Miran por la ventana y ven el sol y las primeras flores de primavera, casi pueden olerlas. Ven que hace buen día y que podrán disfrutar de un viernes en la calle. Luego vuelven, ven la pizarra, el profesor explicando, miran el reloj y devuelven su mirada a la ventana. En ese momento cualquier cosa de fuera es más interesante que una clase de Filosofía un viernes a última hora.
Algunos se limitan a mirar por la ventana porque la libertad del aire libre no la pueden respirar en un aula cerrada iluminada con unos tristes fluorescentes. Miran por la ventana y ven el sol y las primeras flores de primavera, casi pueden olerlas. Ven que hace buen día y que podrán disfrutar de un viernes en la calle. Luego vuelven, ven la pizarra, el profesor explicando, miran el reloj y devuelven su mirada a la ventana. En ese momento cualquier cosa de fuera es más interesante que una clase de Filosofía un viernes a última hora.
Luego están los que hacen lo
prohibido, los que tienen que esconderse porque saben que no deben hacerlo,
porque saben que si los regañan no podrán defenderse porque no llevarán razón.
El móvil ocupa toda su atención. Teclean, suben, bajan, bloquean, desbloquean,
mandan mensajes… nadie sabe exactamente qué hacen pero los demás los vemos, y
algunos nos compadecemos de nuestro simpático profesor al que no estamos prestando
atención mientras explica Marx. Siguen tecleando, en este momento, cualquier
cosa en la pantalla de un teléfono móvil es más interesante que una clase de Filosofía un viernes a última hora.
Pero hay alguien que presta
atención, os implemente lo aparenta. Cogen algunos apuntes de vez en cuando y
asienten al profesor cuando este posa su mirada en ellos, pero desgraciadamente
estos no son la mayoría. Además sus pensamientos están en realidad bastante
lejos de Marx. En este momento, cualquier cosa que pase por su mente es más
interesante que una clase de Filosofía un viernes a última hora.
Diferentes pasatiempos
compaginados en el mejor de los casos con una mínima atención al profesor.
¿Y yo? La verdad es que es como
si no estuviera en clase ahora mismo, mi cuerpo está pero mi mente está sumida
en las acciones y pensamientos de los demás. Marx me ha interesado los últimos
días y el profe que me lo explica me ha hecho prestar atención… pero hoy es
diferente, no es su culpa, soy yo, que hoy no me siento tan filósofa, hoy me
siento más escritora. Estoy también en el grupo de los que apuntan algo de
vez en cuando aunque no tanto en el de los que asienten. No le miro para
aparentar que atiendo, sabe que no lo hago, no le intento hacer creer lo
contrario, solo le observo con el mismo objetivo con el que observo a mis
compañeros. ¿Qué piensa él? Creo que es la mente más complicada de esta clase,
es humano y estará pensando también en que es viernes y en irse a casa, pero a
la vez está intentando con toda sus fuerzas que prestemos atención y que
comprendamos a Marx.
Mientras todo esto ocurre yo
escribo lo que veo, lo que oigo y lo que imagino que ven y oyen los demás,
intento meterme en sus pensamientos y los plasmo en un papel. Yo simplemente me
he puesto a escribir, ¿por qué? Porque escribir siempre es más interesante que
una clase de Filosofía un viernes a última hora.
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