¿Os habéis
preguntado alguna vez cuántas olas habrán llegado a la orilla del mar desde que
el mundo es mundo? ¿Cuál fue la primera ola? ¿Habrá una última ola? Y si la
hay, ¿cómo será? ¿Será acaso especial? ¿Sabremos que es la última? Quizá cada
ola que vemos podría ser la última... entonces, ¿por qué nos lo tomamos como si
siempre fuera a haber otra ola después? ¿Por qué no aprovechamos cada ola como
si fuera la última? ¿Por qué nos limitamos a esperar que llegue otra mejor? ¿Y
si no llega?
Decenas de personas llegan
a nuestra vida, cientos de oportunidades, miles de segundos cada día y millones
de minutos a lo largo de nuestra vida... todo ello, al igual que las olas, es
menospreciado. Esperamos lo siguiente, preferimos coger el siguiente tren, pero
¿qué pasa si no llega otro tren? ¿Qué haremos? No podemos dejar de aprovechar
cada oportunidad y cada minuto de nuestra vida como si fuera el último, porque
quizá lo sea.
Por ello, báñate con
cada ola que llegue a tu playa y sobre todo, no menosprecies nada de lo que
tengas, porque quizás nunca vuelvas a ver la espuma de una ola chocando en tu
orilla.