domingo, 7 de mayo de 2017

Querido diario

Querido diario: 

Hoy en el cole ha pasado algo genial. Bueno, por la mañana ha sido todo normal. El profe nos ha regañado alguna vez y hemos hecho deberes… Ah! Y también hemos visto un video divertido sobre el sistema digestivo. Asier ha dicho algo gracioso, ha dicho que cómo nuestro cuerpo puede convertir algo tan bonito como la comida en algo tan feo como… la caca jajaja.

En inglés hemos contado cosas del fin de semana y ha sido guay porque justo este fin de semana ha venido mi hermano que ya no vive en casa y le echo de menos. Hemos jugado a un juego que había que decir algo que habíamos hecho y los demás tenían que adivinar si era verdad o mentira. Yo he dicho lo que hice ayer, que fue jugar con mi hermano en el parque y a la videoconsola, y que le gané un partido al FIFA. La mayoría de mis compañeros han dicho que era mentira, pero han fallado, solo algunos han acertado diciendo que era verdad. 

Pero lo mejor del día ha llegado en el recreo, como siempre me he ido a jugar al fútbol con los demás niños de mi clase. Al principio no hemos hecho equipos y estábamos solo jugando con el balón. Luego íbamos a echar un partido así que Nacho y Darío han sido los capitanes para elegir a los demás jugadores de sus equipos. Y aquí es cuando por fin los demás niños de clase se han dado cuenta de que yo también puedo jugar al fútbol, de que yo también sé jugar. Por fin me han tenido en cuenta como se tienen en cuenta entre ellos. 

Así que lo mejor del día ha sido cuando en el partido de fútbol del recreo, Darío, el primero en elegir a su equipo, me ha señalado y ha dicho: la elijo a ella. 

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miércoles, 15 de marzo de 2017

No con su presencia

Le temía. Le temía muchísimo; creía que nada bueno podía ocurrir cuando él estaba presente. Simplemente rompía toda la magia, creía que haría salir cualquier palabra mal dicha, o que cualquier tontería saldría de su boca para destrozar por completo el momento. Cuando él estaba presente se podía escuchar el canto de los pájaros lejanos o incluso el batir de sus alas. Pero había algo que se escuchaba cuando él estaba presente que le daba más miedo aún: el latido de su corazón. Cuando él estaba ahí, podía escuchar su sangre recorriendo a velocidad increíble todo su cuerpo, cada vez más rápido. No le gustaba nada ese sonido, le crispaba los nervios, por eso intentaba a toda costa hacerlo desaparecer. Cualquier cosa que le ahuyentara: una carcajada, un beso, un abrazo, unas palabras sin sentido, una reflexión en voz alta...

Sin embargo, él persistía, le gustaba estar presente, solo de vez en cuando, apareciendo en los momentos más inesperados, quedándose un rato y marchándose con la siguiente idea que saliera de su boca. Así, poco a poco, apareciendo y desapareciendo, fue como se fue acostumbrando a su presencia. Todavía le molestaba, pero cuando aparecía para estar solo un rato podía soportarlo. Empezó a aguantar que apareciera durante unos momentos y luego echarle de nuevo. 

Con el tiempo, cada vez le molestaba menos, con el tiempo empezó a sentir comodidad en su presencia, empezó a creer que eran buenos momentos también cuando él estaba presente. Ya no le intentaba echar a patadas cada vez que aparecía, ya no le odiaba, sino que había descubierto que podían llevarse bien.

Entonces un día, cuando los nervios ya no aparecían desde hacía tiempo, cuando todo su ser respiraba tranquilidad y comodidad con él allí presente, dos palabras le echaron. Dos palabras salieron de una boca también allí presente, dos palabras que le hicieron huir para traerlo de nuevo en forma de sonrisa.

 Te quiero - le dijo mirándola a los ojos. 

Ella mostró su sonrisa más sincera.


Y así fue  como el Amor se hizo amigo del Silencio.


jueves, 16 de febrero de 2017

Lo que el amor es y no es

El amor siempre está en los pequeños detalles. Está en una pareja que se da la mano mientras va en bici, un día cualquiera, un día porque sí, un día que no tiene nombre ni comercialización, un día que no necesita ser pregonado. Detalles que no necesitan ser anunciados, que no necesitan nada a cambio porque el amor es altruismo. 
Pareja demostrando amor en Mälmo, Suecia.
El amor está en las pequeñas cosas como una sorpresa de esa persona a la que creías que no ibas a ver; ver una película que no te gusta porque su sonrisa te gusta más; un abrazo que llena el vaso cuando lo veías medio vacío; un beso que te regala el mejor despertar. 
Pero el amor es mucho más que una fecha, un beso o una noche de sexo. El amor es también echar de menos, es pensar en esa persona de repente porque sí, es un mensaje de buenos días y es saber que cuando ese mensaje falta no ocurre nada ni se deja de amar. El amor es saber que somos libres, que lo pasamos bien el uno sin el otro, que puede haber secretos y eso no significa que no haya confianza; es saber que aunque te dé una mano puedo dejar la otra libre; el amor es saber que si te abrazo es de verdad y que puedo demostrarte que te quiero sin decirlo con palabras. El amor es volar juntos pero no es compartir las alas, el amor es ayudar al otro a volar más alto; el amor es ponerle alas a sus sueños sin descuidar el cuidado de los nuestros.

El amor es aquello invisible que solo se ve cuando ya no está.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Por primera vez

Sólo con el roce de sus labios escaparon todas mis dudas. Habíamos quedado en ir a su casa, estaba bastante nerviosa, nunca había hecho nada como aquello. Cenamos hablando y riendo y nos sentamos luego en el salón a continuar la velada. Cada vez estábamos más cerca, y sus ojos me miraban deseosos. Cuando por fin se decidió a besarme, todas mis dudas, complejos o preocupaciones desaparecieron. Ni siquiera existían los estereotipos. Mi mente no sabía cómo funcionaba aquello, y mi cuerpo intentaba seguir el instinto. Sin embargo, su mente y cuerpo eran uno, me guiaban con ternura y pasión al mismo tiempo. Yo ardía en deseo, un deseo que no había experimentado nunca antes, algo distinto, por fin me encontraba a mí misma. Yo respondía a todo lo que su cuerpo preguntaba, al igual que el suyo respondía a la torpeza del mío. Me hizo recostarme en el sofá, poniéndose encima de mí, haciendo que mi temperatura corporal subiera desmesuradamente, qué importaba entonces que fuera invierno, en esa habitación el frío no cabía entre las llamas que irradiaban nuestros cuerpos. Me quitó la camiseta, dejándome en sujetador, acariciándome todo el abdomen con una delicadeza asombrosa. Yo acariciaba su cuerpo también, su piel suave, por debajo de su jersey, pero sin atreverme a quitárselo. Sus labios pronto se separaron de los míos, fueron bajando, pasando su lengua por mi cuello, dando besos en cada lunar por el que pasaba hasta llegar a mis pechos, desabrochó el sujetador con una habilidad increíble y agarró mis senos como nunca nadie había hecho antes. Los nervios desaparecieron, en mí ya solo había hueco para el deseo. Quité su jersey con decisión, le desabroché el sujetador y toqué por primera vez, el pecho otra mujer.


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viernes, 25 de noviembre de 2016

Un poco de poesía

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;


no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

-

Lope de Vega

jueves, 27 de octubre de 2016

Ahora me toca a mí

Si para mí fue importante no me quiero imaginar para ella. 

Ayer tuve una experiencia, un instante, apenas medio minuto, que ni siquiera sé cómo describir. Trabajo en una academia de inglés, dos horas al día. En el cambio de hora, dejamos a los niños con sus padres y entran los siguientes. Un cambio de turno que apenas dura 5 minutos para todos los grupos. Salgo a la puerta, como cada miércoles, con mi grupo de cuatro niños de 3 años, cuando voy por la segunda niña levanto la vista, y una cara muy familiar me saluda. En ese momento me bloqueo, salen los otros dos niños y yo tengo que irme con mi siguiente grupo, no puedo salir y saludar. Antes de que me vaya, nos sonreímos, y me dice:

— Ya eres profe, ¿eh?

Os parecerá una tontería, algo insignificante, pero, la persona que me decía esto, era la que una vez fue mi profesora. 

No fue solo lo que yo sentí en ese momento, fue más, fue algo mucho más allá. Fue lo que imagino que ella sintió, y fue el deseo de sentir lo mismo algún día. 

Yo sentí una gran satisfacción al darme cuenta que, de hecho, es verdad, soy profe, y he llegado donde quería. También me sentí orgullosa al poder demostrárselo a ella, y que viera que sí, que lo logré. Orgullosa de mí misma al darme cuenta de que ahora es ella la que confía en mí, la que pone en mis manos el futuro de su hija, la que me dio mi futuro para que yo ahora se lo dé a otros.

Esto es lo que sé que yo sentí, pero, ¿y ella? Algún día me gustaría estar en su lugar, ver a uno de mis alumnos llegar donde se propuso. Sentir que de todos los años que ese niño o niña pasó estudiando, diciendo lo que quería ser de mayor, luchando por ello, de todo ese tiempo, una parte fue mía. Una parte, puede que insignificante o puede que crucial, pero una parte será mía, será mi granito de arena en esa persona.

Puede que para muchos no signifique nada lo que estoy diciendo, puede que penséis que es un poco exagerado... puede que tengáis razón. Pero, de todos modos, os deseo que alguna vez pase por vuestra existencia este exgerado sentimiento.