“Reunidos todos
los caballeros, Merlín les propuso un nuevo reto: encontrar en un rincón del
Bosque Encantado un Trébol Mágico de cuatro hojas que nacería en siete noches,
un trébol capaz de conceder suerte ilimitada a su descubridor. Todos rechazaron
el desafío que presumían imposible… todos excepto Sid y Nott, que aceptaron
enfrentarse al reto. En la ardua búsqueda, ambos descubrirían la gran
diferencia entre esperar que llegue la suerte o crear tu propia Buena Suerte”.
Este es un
fragmento del libro la Buena Suerte de Álex Rovira y Fernando Trías, tal como
nos ha enseñado la universidad, encontraríais más información convenientemente
citada en formato APA en la bibliografía de este documento.
Lo que quiero
decir empezando así es que creo que todos aquí somos hoy Sid y Nott, todos
aceptamos un reto hace 4 años y hoy lo concluimos. No es suerte que hoy estemos
orgullosos de nuestro título universitario porque el orgullo se siente cuando
es algo que tú has construido. Por eso, creo que hablo por todos mis compañeros
cuando digo que hoy no es la suerte lo que nos ha hecho conseguir esto, ha sido
nuestro trabajo y esfuerzo continuo durante estos años.
Todos los que
salimos de aquí hoy al mundo laboral educativo, salimos con ilusión y muchas
ganas de cambiarlo todo.
Desafortunadamente, generación tras generación, la sociedad se ha encargado de ir paliando esas ansias de innovación y cambio. Dejadme deciros que solo depende de nosotros, solo depende de cada uno de nosotros ser el cambio en nuestras vidas. A día de hoy, me doy cuenta que las metas, cuanto más pequeñas, más recompensa dan. Mi todavía insuficiente experiencia dando clases, y también las prácticas de la universidad, me han hecho ver que, para un maestro o maestra, es suficiente satisfacción llegar a casa un día sabiendo que ese alumno al que se le resistían las multiplicaciones ya las ha conseguido pillar. No os digo que os conforméis con pequeños retos, poneos sueños grandes de tocar el cielo, pero mientras los alcanzáis, aprended a disfrutar de los pequeños logros.
Desafortunadamente, generación tras generación, la sociedad se ha encargado de ir paliando esas ansias de innovación y cambio. Dejadme deciros que solo depende de nosotros, solo depende de cada uno de nosotros ser el cambio en nuestras vidas. A día de hoy, me doy cuenta que las metas, cuanto más pequeñas, más recompensa dan. Mi todavía insuficiente experiencia dando clases, y también las prácticas de la universidad, me han hecho ver que, para un maestro o maestra, es suficiente satisfacción llegar a casa un día sabiendo que ese alumno al que se le resistían las multiplicaciones ya las ha conseguido pillar. No os digo que os conforméis con pequeños retos, poneos sueños grandes de tocar el cielo, pero mientras los alcanzáis, aprended a disfrutar de los pequeños logros.
Personalmente,
quería ser maestra desde la educación Primaria, cuando vi que los números no
eran lo mío y se me pasó lo de ser astronauta. A lo largo de toda mi educación
secundaria, he tenido que aguantar a profesores que me intentaban disuadir de
mi objetivo: con las notas que tienes es un desperdicio hacerte maestra. Me
entristecía enormemente estas palabras de las personas que yo consideraba mi
meta, pero gracias a… bueno, gracias a mis ganas e ilusión, o cabezonería, aquí
estoy hoy. Y mi pequeña meta alcanzada es poder encontrarme con algunas de
estas personas y poder decirles que ya soy maestra, que hoy cumplo mi sueño, y
que menos mal que no consiguieron convencerme de lo contrario, porque, a
diferencia de ellos, a mí sí me gusta lo que hago.
Me alegraría
decir que todos mis compañeros, y no me refiero solo a nosotros, sino toda esta
facultad, tiene en su interior la vocación de la enseñanza, pero
desgraciadamente no puedo hacerlo. Espero que algún día, todas las personas en
esta facultad, y no me refiero solo a los alumnos, entren (y también salgan)
con las ganas de enseñar a flor de piel.
Hoy, hemos
concluido un reto, pero ya sabéis que cada vez que una puerta se cierra se abre
una ventana. Hoy empezamos algo mucho más grande, y hay que aprovechar todas
esas ventanas que se abren. Volviendo a la suerte de la que os hablaba al
principio, no la busquéis, la suerte no va de ser encontrada, la suerte va de
ser creada, la suerte va de crear circunstancias, de no perder oportunidades.
Sobre todo, la suerte va de hacer, no de dejar deshecho. La suerte va de
arrepentirse de haber hecho y no de lo contrario.
La suerte ni
siquiera va de enseñar asignaturas o idiomas en un colegio, la suerte, queridos
maestros y maestras, va de enseñar a pensar.